Él se quedó sentado al filo de la cama y la observaba en silencio de pies a cabeza, mientras ella se vestía después de su primer encuentro íntimo.
-¿Te digo algo? -Le dijo él.
-Dime. -Respondió ella con gesto curioso.
-Eres un encanto de mujer. Por dentro y por fuera. Con ropa o sin ropa. ¡Me encantas!
Ella sólo sonrió tímida y él pudo ver ese brillo especial en sus ojos que descubrió en su mirada desde el día que se encontraron por primera vez.
Aquella tarde fue especial, fue uno de esos días que marcan un Antes y un Después. Él anhelaba sus besos y esa tarde fue la primera vez que ella le dio algo mucho más que eso.
Él sabía que a partir de entonces toda su vida cambiaría, independientemente si ella se quedaba para siempre a su lado o si algún día la perdería.